lunes, 29 de abril de 2013

MI PROPIO SALMO CONTRA LA PERJURA


No te entiendo
y nada
de tus espectros sin ternura.

Nada encuentro
en tus excesos de capullo
siempre ovillándose
por ocultar el aire.

Nunca podrás
con la báscula de tantas vanidades;
careces de talentos
para emporcelanar
un corazón tardío.

Nada de ti
tan expectante,
tan estatua ecuestre.

Nunca más
me zurearás
tu vaticinio odioso;
nunca más
celebrarás tu nombre
en el cepo de mis lágrimas.

No te conozco
y nada ofrece tu clarividencia.
Tu canto oscuro es cardinal
aunque sin casa.

¡Desata la ventisca
y atorméntate
la tempestad que traes!

Nunca más
te llevarás lo fresco de mi mesa.
Nunca más
vapulearás las llaves
que desconjuran el tiempo o la alegría.


 Karelyn Buenaño.

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