domingo, 24 de marzo de 2013

PARA UNA LLUVIA CON MANOS


Las manos juntas
hacen bronces con la lluvia.
Tú y tus manos
reventaron aguaceros.
Ahora que no llueve
se agita el foso de los idos nuestros
y está pendiente desempolvar el encuentro
con los que quedan.
Viajamos aturdidos a la ciudad
eternamente ajena
entre el madrugue del río
y la reveronidad de las tortugas.
Proseguimos oyéndote
más allá de la suma
de todos los que hablan.
No heredaste los ojos acostumbrados
de las Carlotas, los Michelena,
ni las barbas añejas de los que aguantan demasiado.
Apenas te nombramos
sólo probamos los licores dulces.
Amanecimos con la playa tibia
y sin cangrejos
reventándonos tú
—sin creérnoslo todavía
a lo Caballo de Hierro,
a lo azabache con cuerdas.


KARELYN BUENAÑO.

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