martes, 20 de noviembre de 2012

LABUROS

-->                                                                                        a Chago


En algún departamento de poesía
-al menos uno irreverente en el oficio-
los proveedores de almendras
sabrán llegar a la hora celebrada
para que el resto de la banda
muerda con buen talante los días aciagos
los sin fruto mañanero.
Los gestores de viáticos
tendrán la humilde misión
de entregar a todo poeta en franca huida
el dinero para el hospedaje solitario
los besos extras para todo lo inasible
y unas botellas de Amargo de Angostura
contra los últimas patadas del despecho.
Las Madonnas del equipo
recostarán sus cabellos en julianas
como un gran toronjil apasionado;
no cesarán de picotear
con sus latidos
la cansera amenazante sobre el verso.

Karelyn Buenaño.

sábado, 13 de octubre de 2012

EL DESCALABRO Y LA FLOR, O LA POESÍA DE IDA GRAMCKO


Se ha hablado y escrito mucho sobre Ida Gramcko (1924-1994), desde sus tempranos años en Puerto Cabello, hasta su poesía tan original como dolorosa. Y más que dolorosa, solitaria. Entre tantas voces poéticas, unas tumultuosas, otras feroces, algunas otras sosegadas y barrocas, se abre un camino con la numerosa obra de Ida como si se tratara de una peregrinación en persistente observación de lo sintiente.
En su primer libro, Umbral (1942), en pleno vigor juvenil, ya se presenta una voz poética insatisfecha, buscadora de algo por trascender: No encuentro más leyendas/ ni más cuentos de amor, ni más historias/ me he dormido en un lecho de ignorancias/ en una siesta estéril de caprichos. // (p.3). Y desde entonces surge en el resto de sus libros una nube melancólica que arrastra consigo una suerte de curiosidad, un preguntarse infinitamente acerca de las formas y las realidades.
Hay una permanente invocación a la naturaleza; ese espacio que parece ser refugio último, el reino máximo de la evasión. Pero inclusive la evasión se esfuma, y queda el tránsito insoslayable entre el placer y el dolor: y la flor/ impalpable, se esfuma en el vacío.../ tal vez sea lo mejor. (p.11).
Ya lo diría antes Hanni Ossott en su libro Imágenes, voces y visiones (Ensayos sobre el habla poética), aquello del poder crepuscular de la palabra, justo después de que el poeta “se ha curado de su noche” y salva el nombre de las cosas de la nada. Pero la palabra no se presiente ni se percibe en la habladuría, sino en el silencio total, en el viaje permanente a la herida, en el dejar que lo innominado se haga renacer y presencia. Todo destino de la poesía, para Ossott, no es otro que la muerte, es decir, todo lo que ella nombra ha pertenecido ya al “mundo de las pérdidas” (p. 101).
Todo diálogo de Ida Gramcko en su obra literaria va tornándose un largo interrogatorio a una fuerza mayor, a un destinatario que no puede responder sino con el presente impasible:¿Nadie? Nadie. Los hombres
ríen de sus ojos ciegos.
Sólo te espera la infinita noche,
espíritu infinito, gradación de lo eterno (p.16).
Para entonces ha escrito su tercera obra, Contra el desnudo corazón del cielo (1944), en la cual la respuesta silente se convierte en el más largo y tenebroso de los abismos. Y la autora vuelve entonces a la contemplación de la naturaleza, a la conjugación de su propia carne en flor y tierra ofrendadas a un Amado “sin nombre”:
¿Queréis el tallo de mi torso
elevando la rosa de mi seno?
¡Abridme heridas, pozo
de sangre en el silencio,
para saciar mi sed. ¡Cavad el hoyo
del resplandor, adentro!
¡Oh, lagares de insomnio!
¡Surtidores azules del desvelo!
Sólo te salvas tú, tú que estás solo,
sin mí, desde hace tiempo,
desde que soy Dolorosa y rondo
en torno al crucifijo de mi encuentro. (p.27).
Su amor no es otro que amor por el misterio y obsesión por fundirse en el poema. Es Ida Gramcko una insomne que se debate entre dos mundos, el del dormitar y el de soñar despiertos. No se manifiesta jamás mujer ni vientre, sino como ser deambulador entre las cosas que mueren, o entre el orden y el caos. Se nombra a sí misma casi impersonalmente, genéricamente, en poemas como El mismo yo, mas caracol, Cementerio judío, o La unidad del llanto. Y, por otro lado, con el célebre libro Juan sin miedo (1957), una novela intimista de influencia humboldtiana que se corresponde con la realidad nacional desde la memoria de un niño y su aventura de vivir entre una ciudad agraria y una petrolera, la autora gana el premio de narrativa José Pocaterra.
Se suscita un cambio de tono y tema a partir de la publicación de poemarios como La varita mágica (1955), o Los estetas/ los mendigos/ los héroes (1958), en los cuales la autora se asume anecdótica, totalmente irreverente en cuanto al canon literario, y recurre a historias y mitos: la Caperucita Roja, la Cenicienta o el Génesis. Los personajes de sus poemas-cuentos adquieren una semblanza reflexiva, y alcanzan, junto con las obras siguientes, un estadio de madurez.
Sin embargo, en Poemas de una psicótica (1963) nos describe una lucha que llega a sus límites; un momento en que la búsqueda de luz se torna alterada, tenebrosa y plena de padecimientos. La misma autora aclara que hay unos poemas pertenecientes a una etapa de perturbación psíquica, y otros a la curación. Aun mas, dice ella: me alegra saber que, aun durante el sufrimiento de mi enfermedad, yo continué siendo poeta. (p.85). En estos trabajos, así como en el libro Lo máximo murmura (1965), el misticismo de Ida Gramcko, el mismo que ha descrito la escritora española Luisli Morales, se enturbia, y entonces se hace más desesperado el deseo de ser parte de un estado superior; se reniega de cuanto pertenece al mundo. Observamos influencias literarias diversas: San Juan de la Cruz, el Conde de Lautréamont, William Blake, José Antonio Ramos Sucre. Gramcko nos nombra ángeles, demonios, espectros, pantanos. Llega a escribirnos su definitiva lucha entre su espíritu y sus pasiones a las que nombra por primera vez, para condenarlas:
El rojo del rubí, del fósforo encendido, el rojo del amor que ya no trae el sueño sino el hambre. Todo esto es la rojez para el hombre. (…) Porque lo rojo nunca se mantiene en nosotros. (…) Cuando anhelas un cuerpo, el tuyo se estremece y no es amanecer sino sólo un ocaso sencillo. (p.88).
Las pasiones de Ida no sólo le han llevado a ir detrás de su “ángel” o de su luz más anhelada; le han hecho creer también que los podrá poseer. La posesión es un estado totalmente opuesto al sentido de lo místico, porque lo rompe y lo anula. En el misticismo se sabe que nada nos pertenece, sino que somos nosotros los siervos, los que pertenecemos a una situación más allá de lo humano. Cuando la poeta se “cura” de su psicosis es cuando realmente parece comprenderlo:
Aunque el Ángel estuviese cercano, no podía ser mío, y si lo dije alguna vez fue por la razón de mis ojos absortos en su cara que, aunque se elevaba a mi lado, me concedía la total ausencia (…) si yo estuviera en las estrellas todo sería luminoso, con algo de temblor todavía pero poseído de luz. (p.93).
Sus poemarios posteriores, entre ellos Salto Angel (1985) y Treno (1993), representan otros espacios de lo luminoso, pero agregando a ello una nueva diafanidad, una limpidez poética sólo comparable con la obra de Andrés Bello, o con la de Francisco Lazo Martí. Aun a dieciocho años de la muerte de Ida Gramcko (2 de mayo de 1994), seguimos hallando en sus libros un refugio único en los intersticios de la Naturaleza, y un sosiego elocuente (“en inefable dialogar”) cargado hasta siempre de gorjeos, cielos, orbes, girasoles, huertos, nidales y manzanos.

KARELYN BUENAÑO


jueves, 30 de agosto de 2012

SHIJO DE LAS DOS NIÑAS DE LA PLAZA DE MAYO


Dos niñas juegan solas con las avecillas y el sol.
Dos flores como piedras. Nemorosas como el mar.
La plaza y sus querubes de saudades en flor...

Karelyn Buenaño

miércoles, 1 de agosto de 2012

GUAYABO LIGHT

Silbando espera la golondrina
que las otras
traigan la juerga de los picaflores
o celebrar copa con ala
en el Mediterráneo
diez años de servicio proambiental
y otro verano.


KARELYN BUENAÑO
(Del libro Mi vuelo nigro, 2007)

jueves, 26 de julio de 2012

GIRABAS

(a los amigos que me quedan)


En torno de lo innominado
a un lado de mi enérgico poniente
girabas;
y en una sola jugada
traías escaleras, parques, bibliotecas,
crucigramas y tardes
chachareo unísono
de nuestras luengas temporadas.
Nadie era feliz-feliz, pero nos complacía
la ternura immensa de girar,
y tumbábamos las horas
para esforzar un aleteo, otra mirada.
Girabas
y en tu baile
se te torció la rosca
(destino natural del portento)
se reventó la espera.
Pudimos ser más rectos
de no creer en esas pasionarias.
Nos incendiamos
por ejercer la aurora.
Habías ganado en tanto giramiento
la disyunción eterna como adagio,
la incisura como un patio de cayenas.
Girabas
arrastrando a otras criaturas elementales
abúlicas al trance
de los espasmos del viento.
Gravitabas.
Me corregías
insistiendo.
Uní los pies,
halé el cordón sin tachadura.
Peonzas solas
sin extrarradios ni ciclos,
nos desprendimos bengalas de la tierra.


KARELYN BUENAÑO.

martes, 10 de abril de 2012

EL CONTADOR

Me encanta verlo entre julio y agosto, cuando ya no queda nadie para administrar el trasunto de los días. Acaso tendré certeza de su origen, puesto que él abre una tienda donde primero le caen madrugadas. Aunque no confía en el azar, es afín a los antiguos viajantes con especias, ricamente ataviados con riquezas e historias de todo calibre que dejan perfumes en la calma aparente de las calles.

Más que un método, los contadores tienen su estilo. En su mismo puño florecen el orden y el caos como una estaca poderosa de dos savias. Todo bajo sus pétalos es memoria y resplandor. Cada contador tiene su forma de enumerar los milagros verdaderos.

Se la pasan contando. Del uno al infinito sin equivocarse, o de cómo el infinito unió la vida de los cansados mortales con el nacimiento de los primeros ríos. Lo dicen y lo repiten agregando una cosa cada vez, y las gentes agregan sus picardías dependiendo de la sazón del siguiente contador. Si todo sale bien, el que cuenta comprende que ha sabido degustar las preferencias de su tiempo, y que ha dejado en los cuentos milenarios el inédito picante respectivo.

Karelyn Buenaño.

lunes, 2 de abril de 2012

DE LA COSMÉTICA Y OTROS DESAMORES

Cuando te mire por primera vez
seré colosal perfume
y cortaré para tu casa el viejo limonero
Cuando te acerques
le diré a mi orquesta favorita
que en vez de quedarse a parrandearnos
se marche para yo respirar tu silencio
Cuando te diga la primera cosa
me sentaré en las piedras a vislumbrar el brillo de mi copa
y a derramar su vino agrio ante tus pies gozosos trashumantes
Cuando saltes en la hierba y te asalte
un cactus amarillo nos dará su savia
para solazarnos los labios
Cuando la primera sorpresa haya pasado
seguramente habrá un segundo round
Cuando recuerdes la promesa nuestra
una cuerda de guitarra tensará una nota de luz blanca
como un maderamen de alhelí
sobre nuestras cabezas abatidas
Cuando una mano traviesa vaya hacia la tuya
nos iremos al cine más antiguo.


KARELYN BUENAÑO

(DEL LIBRO LA CONDICIÓN DEL FUEGO, 2012)

jueves, 8 de marzo de 2012

CONTRA LA GRAN COSTUMBRE

Los pelos de la raíz
ya no podrán multiplicarme

Mi bucle más brillante
crece y se complica
sin mayor pasado

A menudo
los flequillos tapan todo

(Por eso no los cargo)

Este cabello
no se parece al tuyo
pero los dos somos odiosamente intransferibles.


Karelyn Buenaño.

miércoles, 22 de febrero de 2012

ENSAYOS LITERARIOS (I)

MARUJA, O DIARIO DE UNA FLANEUR DE LOS ANDES.
(ACERCAMIENTO A LA LITERATURA INFANTIL EN VENEZUELA A PARTIR DE LA OBRA DE CARMEN DELIA BENCOMO).

Karelyn Buenaño


Se nos hace urgente, hoy más que nunca, dirigir una mirada verdaderamente amplia hacia la producción literaria actual, y detenernos con mayor interés en la paulatina publicación de obras para niños en Venezuela. ¿Es siempre pedagógica la literatura para niños? ¿Cómo funcionan los recursos literarios, cómo se construye un personaje que tiene como destino a un lector de 5, 10, 12 años? ¿Es la novela infantil un subgénero narrativo, o forma parte de un modo de narrar diferenciado, con procedimientos propios, y con una visión particular de la ficción y la fantasía?

Son éstas preguntas de infinitas respuestas; pero al menos contamos con la visión de escritores de muy serias reflexiones y prolíficas obras literarias, tal como es el caso de Efraín Subero (1931-2007), conocido docente, académico, poeta y ensayista cuyo libro La literatura infantil en el mundo hispanoamericano plantea los aspectos más problemáticos de dicho ámbito: el abuso del infinitivo, el confundir sencillez con vacuidad, creer que todo lo que rima es poético, la descontextualización de las obras infantiles (“érase una vez, en un reino lejano...”), la notable diferencia entre el “lector abstracto” ideado por el escritor y el lector real de las obras para niños; la circulación limitada de las publicaciones infantiles, la lectura y escritura en los niños como estrategias obligatorias de aprendizaje, entre otros.

Cuando hablamos de literatura infantil, pensamos a menudo que la mayor parte de los autores de literatura para niños son, o han sido docentes. En Venezuela, recordamos a autores-docentes fundacionales tales como Simón Rodríguez, Luis Felipe Mantilla, o Alejandro Fuenmayor. Hoy día esta tendencia varía, y encontramos autores cuyas visiones del imaginario infantil proceden de diversas experiencias. Mencionamos como ejemplo a Aquiles Nazoa, Velia Bosch, Benjamín Sánchez, Inés de Cuevas, Mercedes Franco, Luiz Carlos Neves, Laura Antillano, Armando José Sequera, Tulio Febres Cordero, Orlando Araujo, José Gregorio González Márquez, Marissa Arroyal, entre tantos otros; y la narradora y poeta de la que escribiré a continuación: Carmen Delia Bencomo (1923-2002).

Oriunda de Tovar, sus primeros trabajos como narradora y poetisa comenzaron a los nueve años de edad. Luego de haber obtenido múltiples reconocimientos literarios, y gracias a una labor de vida como docente y promotora cultural, dejó toda una serie de obras para niños publicadas bajo su nombre, y su obra más conocida es la novela infantil-juvenil Diario de una muñeca (Maracaibo, 1971), reeditada como Diario de Maruja (Mérida, 1984; y Guarenas, 2004).

Maruja, una muñeca, y el personaje-flaneur de la novela (flaneur: observador divagante), es quien narra las vivencias de su dueña, la niña Delina (diminutivo de Delia, el nombre de la escritora), desde el momento en que se encuentran hasta que Delina se hace adulta y se casa. Pero esto no es todo: ellas son dos espejos de la subjetividad andina femenina entre las muchas representaciones que se configuran en el diario. Diríase que Maruja no sólo es el instrumento del juego (ya que se establece entre Delina y la muñeca una relación amorosa madre-hija), sino también ese talismán que recoge, durante su convivencia con la protagonista, los valores y costumbres, así como los códigos de conducta propios de una señorita de los Andes venezolanos. Conocemos la interioridad de Delina, y las características geográficas y sociales de la ciudad emeritense gracias a esta muñeca que lo recoge todo.

Siguiendo parte del esquema para el análisis sociológico de obras literarias propuesto por Efraín Subero, ideal para esta novela, deben resaltarse ciertos aspectos tal vez menos útiles para los postulados contemporáneos de la hermenéutica, pero fundamentales para comprender el carácter literario y humano de esta obra, tales como:

1.Valor histórico: la novela Diario de Maruja recrea, de manera casi exacta a la de los cronistas de principios del siglo XX (Tulio Febres Cordero y Mariano Picón Salas, por ejemplo) el modus vivendi en la Mérida de los años 18-20. Una Mérida agraria en la que el sistema de transporte más utilizado seguía siendo la mula (también se nombran otros sistemas antiguos en Venezuela: el barco y el tren), y en la que aún había mucha diferencia entre vivir en un pueblo,y vivir en la ciudad capital.

2.Tiempo de la obra: si bien la obra se escribió en los años 70 (en pleno furor del movimiento hippie, y la liberación sexual), la obra recrea los años 20; tiempo éste que coincide con la época de infancia de la autora; lo cual podría dar a la novela un carácter autobiográfico.

3.Referentes literarios inmediatos: la autora, para agregar veracidad temporal y espacial a la obra, nombra las lecturas favoritas de Delina. 3.1:.- Por un lado, a la Delina-niña le gustan los relatos bíblicos (especialmente relatos del Antiguo Testamento, lo cual habla de lecturas religiosas “conservadoras”), y los cuentos de Calleja. Autor éste que pudo ser material de lectura para los niños que iban a la escuela por los años 20. Bencomo hace referencia a un escritor español de cuentos de hadas con sentido moral-religioso que se llamó Saturnino Calleja (1853- 1915), autor y editor de libros de texto para niños, y cuyos relatos tenían como finalidad, no sólo entretener y recrear relatos populares, sino también moldear la conducta de los lectores. Por otro lado, sobre todo en los primeros capítulos de la novela, se hace una puntual referencia a cuentos populares venezolanos: la llorona, la hechicera (cuento folklórico andino), el caballo errante y otras. 3.2.- A la Delina-adolescente, en cambio, le gustan las novelas románticas: por ejemplo, María (Jorge Isaacs), y La pastora del Guadiela (Faustina Sáez de Melgar, escritora feminista española del siglo XIX).

4.Tono de la obra: dado el lenguaje sencillo (sin regionalismos, neologismos ni cultismos), y el sentido lineal de la obra (narración con escasas digresiones desde el pasado hasta el presente), podemos decir que nos encontramos frente a una novela anecdótica, fresca, interiorizante y sentimental en la que aparecen personajes que, aparte de tener su propia microhistoria y ficcionalidad, aún representan patrones de “deber-ser” y “no-deber-ser”, especialmente aquellos que reflejan diferentes arquetipos de los sujetos femeninos, a saber: Maruja (suma de todas las expresiones de femineidad); Delina (la niña, y luego la adolescente que está frente a diferentes conductas, y está aprendiendo a ser ella misma a través de Maruja); la loca Juliana (mujer inofensiva, abandonada e indigente); la india Juana (la que cuenta a Delina leyendas, y luego es seducida por el padre de Delina hasta ser descubierta, y despedida de su empleo como doméstica); Inés (una antigua novia del padre de Delina, símbolo de la mujer nostálgica por el amor perdido); la abuela (el personaje alegre que pasea con la niña, y hace que Delina conozca varios pueblos de Mérida); María (una anciana gentil como una niña, quien muere serenamente en uno de los capítulos); la tía Amanda (la solterona); la madre de Delina (la moldeadora, la que da a la niña las primeras respuestas sobre la vida); la niña Rosario (la que es sirvienta por haber sido madre soltera); Ramona (mujer de un solo amor, que cuida a Lucio, un hombre que se ha malogrado y enloquecido luego de ir a la Capital); y la hija de Delina-adulta (que recibirá como primer regalo de vida la compañía de Maruja; lo cual hará que la historia continúe, y que ella reciba, igual que su madre, todo lo que la muñeca ha “absorbido”).

5.Personajes: predominan los personajes familiares (tíos, abuelos, hermanos, padres), y la mayor parte de ellos son personajes femeninos. Los escasos personajes masculinos son arquetipos, pero no tienen en la historia de Delina mayor peso que los femeninos; hablamos de: el padre de Delina, Lucio, el primer amor de Delina, el abuelo, y el marido de Delina (que apenas es mencionado al final de la novela). Son todos de origen campesino, de estrato social medio o bajo, y casi todos los personajes tienen entre sí algún tipo de parentesco; lo cual nos deja ver una historia con un entretejido social cerrado, y que a su vez es reflejo de una Mérida de valores y grupos sociales herméticos.

Estos son, a grandes rasgos, las características más resaltantes de la novela infantil-juvenil de Carmen Delia Bencomo, que hoy día sigue siendo promocionada y recomendada para la lectura de niños y adolescentes, y constituye un legado literario hermoso y entretenido. Este esbozo analítico no es sino una muestra de que nuestra literatura infantil merece, no sólo mayor atención en nuestras lecturas y pensum de estudios, sino también interpretaciones menos ingenuas y meramente pedagógicas, y en cambio más arriesgadas y profundas. Las obras infantiles latinoamericanas esconden a menudo niveles de complejidad que suelen ser ignorados, o estudiados a medias.

jueves, 2 de febrero de 2012

ADIOS A TU CIUDAD

He guardado de ti
un río que se iba de bruces
unos loros turistas
y un prólogo a la muerte
justo en los días de mejor acera
He triturado al viento
algunas letras de amor anaranjadas
y la cabeza perdida en fraguar constelaciones
He recordado
tu pluma solitaria
rabiando
por los que cruzan el parque
para morirse en manos de un poeta
He evaporado
nuestro surco hacia las nubes
Tristeza va en tus hombros y me marcho
para cantar la dicha pasajera
me meto en los bolsillos un par de piedras largas
para no olvidar jamás
que el equilibrio
es enemigo del silencio.


Karelyn Buenaño