La
paciente sigue sus recomendaciones de cómo saltarse la
cola y hacerse la lánguida, sin importar si otros moribundos de
vieja data necesitan al doctor mucho más que ella. Cuando le llega
el turno para la consulta, se oprime el plexo con fuerza, y se da
cuenta de que su nozaroc ya no funciona. Se siente orgullosa, aún es
una actriz de primera tabla: ¡su sangre podía enrojecer si se lo
pedían! Pero el cardiólogo Nozaroc ha saltado por el muro.
Los
pacientes abandonan la sala alegremente.
Karelyn Buenaño.
Karelyn Buenaño.
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