martes, 10 de abril de 2012

EL CONTADOR

Me encanta verlo entre julio y agosto, cuando ya no queda nadie para administrar el trasunto de los días. Acaso tendré certeza de su origen, puesto que él abre una tienda donde primero le caen madrugadas. Aunque no confía en el azar, es afín a los antiguos viajantes con especias, ricamente ataviados con riquezas e historias de todo calibre que dejan perfumes en la calma aparente de las calles.

Más que un método, los contadores tienen su estilo. En su mismo puño florecen el orden y el caos como una estaca poderosa de dos savias. Todo bajo sus pétalos es memoria y resplandor. Cada contador tiene su forma de enumerar los milagros verdaderos.

Se la pasan contando. Del uno al infinito sin equivocarse, o de cómo el infinito unió la vida de los cansados mortales con el nacimiento de los primeros ríos. Lo dicen y lo repiten agregando una cosa cada vez, y las gentes agregan sus picardías dependiendo de la sazón del siguiente contador. Si todo sale bien, el que cuenta comprende que ha sabido degustar las preferencias de su tiempo, y que ha dejado en los cuentos milenarios el inédito picante respectivo.

Karelyn Buenaño.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hi like me very, very, see you in the mirror by by